viernes, 4 de mayo de 2012

Educar en valores


     Se sabe que la educación es uno de los actos más complejos que hay en el mundo porque se trata, no sólo de impartir conocimientos sino también de formar a las personas (niños, niñas, jóvenes, adolescentes y adultos) para la vida de una manera amplia y completa.

   También es claro que muchas veces se pone en tela de juicio la calidad de la educación que, contextualizándola a nuestro país, es considerada una de las menos efectivas y eficientes por muchas razones: factores de poder, partidismo, ineficiencia gerencial de los grandes rectores de la misma, la no correspondencia de los planes de estudio con la realidad, la economía, la falta de vocación de algunos maestros, entre otras, que agravan la problemática que afecta todas las esferas de la vida.

     En consecuencia, se pierde el amor y el respeto por uno de los oficios más nobles que hay: la labor docente. Y cuando se conjugan el desánimo por el trabajo y los múltiples problemas que los estudiantes traen consigo al aula de clase, pues se genera un caos sin límites. Se comienza de esa forma a señalar a diestra y siniestra, buscando a los culpables pero es evidente que, aunque hay problemas de causa mayor, somos nosotros quienes, desde nuestro quehacer podemos aportar un granito de arena para disipar la niebla que empaña nuestra educación.

   En ese sentido, la educación en valores juega un papel fundamental porque es aquella que, principalmente, se centra en la transmisión y promoción de aquellos valores que facilitan la convivencia entre las personas y que se sustentan en el respeto a los derechos humanos. Es una cuestión de prioridad a nivel global.

     Educar en valores significa favorecer el desarrollo del pensamiento, del análisis, del razonamiento y la afectividad, educar no solo con la razón sino con el corazón.

     Algo esencial y difícil para el maestro es transmitir los valores a través de las vivencias, sobre todo, cuando las propias no son las mejores, y para esto es menester que cada maestro pueda ayudar a que cada estudiante los descubra mediante experiencias significativas, de allí la responsabilidad que tienen en los valores que trasmiten y proponen, ya que es delicada la tarea de hacer que cada joven pueda captar y/o elegir los valores que se ajusten a sus sueños.

     Si esto se hace con inteligencia, amor y transparencia, se garantiza que el ciudadano del futuro sea un ser humano juicioso, diligente, dinámico y seguro de sí mismo para integrarse a la sociedad. Clave esencial para el éxito, ya que en la medida que el niño o niña se sienta seguro de sí mismo, se evitarán los resentimientos que a la larga le impedirán ser auténticos. Y para ello, es vital hacer a un lado nuestros propios egoísmos, miedos, resentimientos y nuestras propias necesidades con tal de trabajar en pro de una formación integral (emocional, intelectual, espiritual) de nuestros discentes. Difícil, pero no imposible de lograr. Nuestros hijos lo merecen. No podemos olvidar que son ellos el presente y futuro de nuestro país.

No hay comentarios:

Publicar un comentario